martes, 22 de abril de 2014

Primer transeunte

Cada día me levanto a las 6 de la mañana. No necesito despertador, hace tiempo que mi reloj interno captó el mensaje. Lo único bueno de esa hora es que aun no ha salido el sol y parece que el mundo está a un lento, lleva poco tiempo en movimiento.

El autobús siempre está lleno de los mismos desgraciados, desgraciados como yo, que vamos a trabajar nieve o haga un buen día, estemos bien o muertos de fiebre. Nadie nos preguntó nunca si queríamos esto, pero aquí estamos. Sumidos en un silencio que habla sin parar; que nos recuerda quienes somos. Nadie.
Hoy es un buen día. Llueve y eso me gusta. Todo el mundo va más deprisa de lo normal; como si la muerte los persiguiera cuando sólo les cae agua. Me encanta fumar bajo la lluvia, en estos días es de los pocos momentos en que puedo reconfortarme sin necesitar a nadie más que yo mismo. Eso suele pasar poco pues soy muy “pesimista”; desde mi punto de vista soy realista, conozco mi situación y la de los que me rodean, aunque ellos no piensan lo mismo. Creen que soy un pesimista. Tienen miedo de aceptar que no son nadie.

Trabajo en una fábrica. No os aburriré contándoos en lo que consiste mi trabajo por lo que pasaremos a otro momento del día. Pasaremos al mismo momento en el que estoy pensando todo esto, pasamos al presente.

Acabo de salir de trabajar, ando por la calle liándome un cigarro. Por suerte sigue lloviendo. Eso me reconforta. Me enciendo el cigarro mientras siento cómo cae encima de mí la lluvia. Disfruto de esa primera calada. Puedo ver cómo las demás personas andan correteando de un lado a otro.

Empiezo a andar cuando de lejos escucho un leve sonido. El sonido de una muchedumbre haciendo ruido; parece que están montando follón. Sera alguna manifestación. No sé mucho de ello pues no puedo permitirme hacer huelga, aunque como acabo de salir del trabajo me acercaré a ver qué tal.

Mientras llego puedo contar hasta siete furgones de la policía. Una vez allí empiezo a a escuchar el griterío, a empaparme de las protestas. Veo gente de todas las edades. Cuando empiezo a cogerle el gusto a estar rodeado de tantas personas disconformes con su situación escucho un grito, un grito de puro terror.

La gente empieza a correr, yo me quedo allí quieto, viendo como todo vuelve a ser como cualquier día de lluvia, todo el mundo de un lado para otro a toda prisa, cuando de pronto siento un gran golpe en mi cabeza. 
Todo da vueltas, todo se vuelve negro; dejo de ser nadie para pasar a ser nada.

4 comentarios :

  1. Parece el comienzo de una historia; te retamos a continuarla.

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  2. No me digas!!! De veras?!? Quien lo iba a decir...

    Llevas días empujándome pero allí siguen los borradores sin crecer en contenido pero si en numero :p

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  3. Pues publícalos. Y dales una forma global. Ve pensando en la estructura de la historia y escríbela. Un abrazo.

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  4. siiiii... aver que sigue, que le pasara al prota??

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