
(Dado el inminente estreno de la película "Cincuenta sombras de Grey", remozo un antiguo artículo que escribí sobre el tema).
Desde que Oscar Wilde escribió el Retrato de Dorian Gray hasta 2011, año en que conocimos a Christian Grey, es evidente que han pasado muchas cosas en el panorama literario. Parece presuntuoso tratar de hacer un análisis sobre ello, pero no iremos tan lejos; nos conformaremos con echar un vistazo a la Historia y quedarnos con lo que más nos guste.
El siglo diecinueve fue un gran privilegiado en cuanto a literatura; sus afortunados habitantes convivieron con Dostoievski, Tolstoi, Marcel Proust, Chesterton, Doyle, las hermanas Bronte, Mary Shelley y un largo etcétera de genios que nos dejamos en el tintero. La mayoría de estos genios no eran precisamente ricos; el propio Oscar Wilde murió en la indigencia, así como suena. Y no fue el único.
Pero, como tantas otras cosas, la literatura es hoy en día un negocio más. Las editoriales publican los libros de las celebrities que, potencialmente, más van a vender, de suerte que el día de Sant Jordi nos encontramos a Belén Esteban en el Passeig de Gràcia firmando ejemplares de su best-seller Ambiciones y reflexiones. Son muy pocos los escritores de verdad que logran pasar por ese tamiz tan apretado y colar sus obras maestras para que lleguen al gran público. Afortunadamente, todavía los hay y nosotros lo celebramos.

Después de este baño de realidad, lo mejor será quedarnos con una frase del gran Wilde: "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse".
Gemma Minguillón
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