Ser delincuente no es tan fácil como parece. Ni mucho menos. Para ser un buen criminal hay que ser despierto, ágil y, sobre todo, tener unos mínimos de inteligencia. De no ser así, se convierte uno en un ser nulo para el crimen, con las fatídicas consecuencias que eso conlleva. Tal sería el caso de Rubén Zarate, que se metió a atracar una tienda y le dijeron que no podían abrirle la caja fuerte, puesto que la llave la tenía el encargado. Y Rubén, que no quería darse por vencido tan fácilmente, les dijo a los empleados que no había problema. "Este es mi número de móvil", les dijo, apuntando su número en un papel. "Cuando venga el encargado, me llaman y vendré a atracar". Y sí, le llamaron, pero como es lógico la policía le esperaba en la tienda y fue detenido.
Corría el año 2010 cuando Albert Bailey no quiso molestarse siquiera en ir al banco para atracarlo; chico precavido, llamó por teléfono a la sucursal: "Voy a venir a atracarles. Denme cien mil dólares. Llegaré en un rato". En lugar de ir él mismo, envió a su cómplice (un menor) con una nota en la rezaba: "Somos los que hemos llamado para avisar del atraco; den el dinero a mi cómplice, por favor". Parece que a Bailey tampoco le salió bien su intento de atraco; a saber qué pudo fallar.
Y en el colmo de la mala suerte, Darren Clipton decidió entrar a robar en una casa, y cuál no sería su sorpresa al descubrir que había dentro una batida policial destinada a tomar pistas del atraco que dicha residencia acababa de sufrir pocas horas antes. El pobre Darren se quedó compuesto y sin robo, y el dueño de la casa se hizo un seguro de alarmas como un camión.
Como vemos, atracar es más difícil de lo que parece... ¿o no? En cualquier caso, mejor no arriesgarse demasiado.
Gemma Minguillón
No hay comentarios :
Publicar un comentario