La
fuerte sensación llegó a la cumbre.
Aquello
era verdaderamente indescriptible.
Pasó
un largo rato, pero al fin
su
cuerpo fue totalmente invadido
y
alienado.
La
sensación más poderosa y embriagadora que jamás había tenido;
un
poderío rojo emanó de la nada y la envolvió
con
sus alas de plumas flamígeras.
Una
bandada de mariposas llameantes
con
su vuelo irregular la cubrieron
secándola,
quemándola, extasiándola
recorriendo
su cuerpo por dentro y por fuera
y
estallando en llamas en su mente, en su ser.
Su
sangre era magma fundido.
Sus
mejillas, dos amapolas ardientes.
Sus
cabellos, cortinas de fuego y llamas.
Su
corazón, una bomba a punto de estallar
en
un mar de profunda pasión,
una pasión ardiente como el rojo de
sus paredes.
El
sentimiento rojo,
la
emoción roja,
la
pasión roja.
Un
incendio en su alma.
Aquella
sensación indescriptible
que
la invadía por completo como un mar de fuego rojo;
era
como si el mismísimo Sol le hubiese inundado el cuerpo.
Se
sentía morir, y a la vez,
se
sentía más viva que nunca.
Aquel
frenesí parecía no tener límites.
Su
vista se nubló, se emborronó,
y
sus oídos silbaban.
En
aquel momento solo podía percibir
el
rojo de la pasión ardiente.
Judit Perich
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