domingo, 14 de diciembre de 2014

Cuentos en diez minutos - tragedia

Hoy realicé una actividad en la plaza de mi pueblo: escribí cuentos instantáneos a quien me lo pedía, cuentos de alta velocidad, hechos en un intervalo de 10 minutos aproximadamente. Aunque me ha salido bastante bien y la gente está contenta con los cuentos que les he hecho, de entrada el reto parecía difícil, pues yo no estoy acostumbrada a escribir en tan poco tiempo. Es por eso que practiqué unos días antes en mi casa, pidiendo a mis cercanos que me dijeran temas y yo trataba de elaborar un cuento acerca de ese tema en 10 minutos.  Aunque algunos de los que hice dejan mucho que desear, otros considero que me han quedado bastante bien, y es por eso que he decidido publicar un par de esbozos de esos cuentos en el blog. No puedo pedir que sean del agrado de todos, pero si que me gustaría que lo fueran de la mayoría.


El agua del mar fluía tranquilamente. El horizonte reflejaba la anaranjada luz del atardecer. Desde las rocas contemplaba el mar en calma una joven de tristes ojos. Iba descalza, para no resbalar, no podía permitir morir igual que él.
Si, allí era donde había muerto el hermano de aquella muchacha. Él había sido un joven apuesto y muy galán, caballeroso y educado. Quizá demasiado. Y aquella había sido su perdición. Todo por salvarla a ella.
A ellos siempre les había gustado pasear por aquella zona, y no era para menos, los atardeceres allí eran preciosos. Desde niños lo llevaban haciendo, contemplar el mar entre la luz naranja del cielo en aquel momento del día.
Hasta que un día, ella, descuidada, se puso a correr por las rocas emocionada. Aún era muy pequeña. Sin embargo lo que ocurrió a continuación la hizo crecer de golpe.
Un resbalón cambió por completo su vida. Ella resbaló, las rocas estaban húmedas y se deslizó repentinamente. Pero su hermano fué rápido, y la agarró antes de que pudiera hacerse daño...cayendo él. Perdió el equilibrio, y cayó por salvarla a ella de ese mismo destino. Y ella lo vió todo. Vió morir a la persona que más quería del mundo ante sus propios ojos.

Ahora ya habían pasado veinte años desde aquello, sin embargo por mucho tiempo que pasara ella jamás lo olvidaría. Por eso estaba allí hoy, como cada tarde, mirando el mar, recordando.

Arrojó un ramo de flores al agua, que empezó a danzar suavemente con las pequeñas olas. Las lágrimas que caían de los ojos de ella se mezclaban con aquella misma agua. El momento y el lugar en el que había muerto su persona querida. El atardecer en el mar que una vez fué de ensueño y ahora era una dulce pesadilla sin fin.

Judit Perich

2 comentarios :

  1. Elegante, sobrio, hermoso. Gracias por escribir. Pero, otro día, no te olvides de firmar.

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    1. Perdón, se me olvidó. Ya está arreglado, gracias por recordármelo.

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