"¿Tiene mi corazón la fuerza de odiarte? ¿Tengo yo la necesidad, el deseo de hacerlo? Si me hieres, si me rompes, si me rasgas y te perdono una y otra vez, ¿no te estoy dando el poder de herirme, romperme y rasgarme? ¿Y porqué lo tienes? Acaso mi alma sensible y abierta no conozca el mal, o no crea conocerlo. Acaso creo, todavía y contra el viento de los tiempos, contra lo que mi corazón conoce de la mezquindad, de la estulticia humana y contra la lógica y la razón, que todavía sale el sol, que aún hay esperanza. Acaso pienso que, a pesar de las heridas, sea preferible una alma herida, rota y rasgada que ninguna alma de ninguna clase. Y quizás piense que la sangre debe fluir limpia, pero fluir; correr como un río hacia el fin del espacio matemático, irse lejos y dejar el cuerpo desangrado. Sangre limpia, sangre sin ponzoña que la tiña de vino y le haga corroer cuanto toca a su paso. El veneno no es bueno, no lo quiero en mi sangre. La amargura no es buena, no la quiero en mi alma. La impotencia no es buena, no la quiero en mi ánimo. Saldré al sol de la tarde y caerán sobre mí sus rayos, limpios como mi sangre, y me bañarán de luz y seré sanada en mis heridas. Sonreiré a la noche que se cierne suave sobre mí y cerraré los ojos; no es mi guerra, no es mi lucha. Soy limpia. Soy vida. Soy libre".
Guiomar
No hay comentarios :
Publicar un comentario