Benvinguts al nostre espai. O millor dit, al vostre espai, perquè aquest és un espai per vosaltres, per tots els amants de la literatura.

Què us trobareu aquí? Què és, amb tot el que la xarxa ofereix a tots els nivells per tothom, el que nosaltres podem aportar de nou a dins un món tan vast com aquest, el món literari? Doncs una cosa molt senzilla: Que tots nosaltres, els autors d’aquesta web, som de casa. Parlarem de moltes coses; dels best-sellers que us agraden, dels gèneres que més us interessen, de les novetats literàries, dels grans clàssics... Posarem al vostre abast totes les nostres aportacions: articles de diferents temes, contes, novel·les i narracions, còmics i il·lustracions, perquè conegueu la nostra obra i, fins i tot, ens feu arribar la vostra perquè puguem compartir-la i conèixer-la.

Com farem tot això? Doncs mitjançant els vostres comentaris. Així podrem saber quins temes us interessen més, per orientar les nostres publicacions setmanals als vostres gustos, per parlar dels temes que realment us resultin interessants. I amb les vostres critiques als nostres escrits ens ajudareu a créixer com escriptors.

El nostre desig és, per sobre de tot, fomentar el vostre interès per la literatura, ja que només la lectura ens transporta de manera duradora a altres espais, a altres universos; la lectura, com cap altra cosa, ens ensenya l’empatia i ens culturitza, ens fa enamorar-nos, plorar, riure i viure a dins del cap d’altres persones com res més ho aconsegueix.

Per tot això, us convidem a tots vosaltres a prendre amb nosaltres un cafè a la plaça.

Us esperem.

Mostrando entradas con la etiqueta Judit Perich. Mostrar todas las entradas
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lunes, 22 de febrero de 2016

Estém a l'aire!















Qui ens havia de dir quan vàrem començar aquesta aventura que acabaríem a la radioacabaríem no és el terme més escaient, perquè continuem al blog com sempre; a la radio, tot i dedicar-nos a la cultura codinenca, ho fem a un àmbit més entretingut i musical. Però he vingut avui per presentar-vos a l'equip.

La Laura López Jimeno és una llicenciada en filologia anglesa, lectora compulsiva, alegre de mena, observadora i detallista. Li agraden els dolços, la xocolata i els llibres. I també el cinema, és clar, de manera que li hem encarregat la secció Un bol de crispetes, on desenvolupa tota una tasca audiovisual. Va al cinema i ens fa una crítica exhaustiva de la pel·lícula que ha anat a veure, sense fer-nos espòiler i centrant l'atenció en l'argumentació, les actuacions i la direcció. Diguem que ens farà entrar ganes de veure la pel·lícula, o no, segons li hagi agradat a ella. Creiem que el seu punt de vista fresc us resultarà força interessant.

En Luis Santiago és un jove músic amateur i autodidacta, amb una especial fascinació per les tecles. És el nostre tècnic de so i col·laborador en totes les seccions del programa. A banda de la música, li agrada el futbol i també els cotxes de carreres. Al nostre programa, a banda de participar i comentar, també canta i toca la guitarra a la secció "Sus vamos a cantar".
En Xesco Mariscal ès moltes coses: especialista de cinema, fotògraf, cameraman, productor de vídeo, imitador de veus... En tot cas, una persona amb gran sentit de l'humor que ens ajuda també en totes les seccions del programa, especialment a la secció "Me río de Janeiro", on comentem les notícies més esbojarrades que trobem per les xarxes. Gràcies a les seves imitacions, en Xesco i en Luis aconsegueixen que, a cada programa, tinguem amb nosaltres als protagonistes de cada notícia "en directe" i ens ajudin a comentar-la, passant una estona divertida i tant o més esbojarrada que la pròpia noticia, que sovint sen's queda petita.
La Judit Périch ès una gran lectora i ha col·laborat amb mi des que vaig començar el projecte d'aquest blog cultural, de manera que també col·labora al nostre programa, comentant les notícies i dient la seva; ella va ser la primera "leona" a la que vàrem fer una entrevista a l'espai "Leones", on convidem a una persona molt lectora per parlar desenfadadament de literatura, o qualsevol altra cosa que es pugui llegir.
Amb tots ells i els col·laboradors que venen i vindran cada setmana, siguin lectors, músics, pintors o qualsevol altra manifestació de l'art a casa nostra, fem cada quinzena el nostre programa per tots vosaltres. Dessitjém de tot cor que gaudiu al nostre costat d'aquesta estona, com nosaltres gaudim de realitzar el programa per vosaltres!

Gemma Minguillón

miércoles, 22 de abril de 2015

Judit Perich - La rosa azul


La primavera lucía en su máximo esplendor. Las nubes parecían esponjosas bolas de algodón blanco en mitad del suave cielo azul, que transmitía una deliciosa sensación de sedosidad. Los rayos del Sol, dorados y sutiles, acariciaban todo cuanto rozaban con una delicadeza exquisita. Se filtraban entre las hojas de los árboles, haciéndolas resplandecer de un hermoso tono verde esmeralda. Las flores rosadas y blanquecinas se asomaban tímidamente entre la hierba, su dulce fragancia se mezclaba con la fresca brisa que corría con gracia.
Sentada en la húmeda hierba, la joven granjera oía como sus animales mugían y relinchaban con gran felicidad desde la granja, celebrando el frescor del buen tiempo. Ella estaba feliz también; la naturaleza estaba despierta, los pájaros cantaban desde las copas de los árboles en flor... y su preciada rosa florecía en aquel entorno tan favorable para ella.

Aquella joya azulada, plantada en una maceta de cerámica repleta de tierra húmeda, cada día estaba más bonita. La chica la descubrió silvestre, pequeña y delicada en medio de unos arbustos repletos de espinos afilados como agujas, y apiadándose de la indefensa y bella flor que había tenido la mala suerte de germinar en esa trampa mortal, la recojió y la trasplantó para cuidarla en su hogar en medio de la naturaleza dócil y apacible. Sentada en el césped al lado del arroyo, tenía un libro a su lado y a la rosa en sus rodillas. El pato estaba frente a ella, con su blanco plumaje contemplando a su dueña mientras esta se arreglaba una de sus trenzas de color café y acto seguido acariaba con un dedo uno de los pétalos azules de aquella corola de ensueño que pronto se abriría, mostrando al mundo su auténtica belleza.
La aromática brisa revolvía cariñosamente las delicadas hojas dentadas de la flor y removía ligeramente el flequillo de la joven.
-Hoy es un buen día para sonreír.- Les dijo a sus dos acompañantes, vegetal y animal. Depositó tiernamente un beso en la flor, que en aquel momento pareció como si la estubiera mirando.
-A las plantas os va bien que se os hable, pues así crecéis más sanas y fuertes. Así que voy a leerte un libro. Voy a leéroslo a ambos.- Extendió el brazo hacia su lado y cojió aquel libro de cubierta aterciopelada. Como si hubiese comprendido, el pato se posó entre sus pies. La rosa parecía que había embellecido aún más en los últimos segundos. La muchacha sonrió, y abrió el libro serenamente.
-Vamos a leer, juntos.-




Judit Perich

sábado, 11 de abril de 2015

La caja

Esta es la historia de una caja de acero y el increíble tesoro que guardaba en su interior.

En la calle había una caja. Era una caja corriente; de acero inoxidable, tamaño más o menos grande, grisácea y apagada, y dura y resistente como el material del cual estaba hecha. Sin embargo, pese a su aspecto simple y aburrido, todo el mundo que pasaba paraban a mirarla. ¿Porque? Simplemente porque estaba ahí. Esa caja era realmente un misterio. Muchos habían intentado abrirla, pero nunca lo conseguían, la caja parecía ser verdaderamente indestructible. Eso atraía la atención de cada vez más personas, que por un lado no les gustaba que ese molesto objeto estuviera en medio de la calle dificultando el paso de las personas, pero por otro sentían una insaciable curiosidad por saber qué contenía.

Desde luego nadie podía imaginarse que dentro de esa caja vivía un ser tan hermoso como maleable. Una niña blanca como la nieve, sin un ápice de maldad en su corazón, crecía allí dentro, ajena al mundo exterior. La pequeña se encontraba siempre muy asustada. Desde dentro de la caja podía escuchar los estridentes sonidos de fuera, personas que la acechaban a cada momento y que cada día sin falta golpeaban brutalmente su escudo de acero para arrancarla de su interior. La pobre niña a veces lloraba en silencio. "¡Parad, por favor, no deis más golpes a mi caja, la aboyáis y me lastimáis a mí también!" Sus súplicas no podían ser escuchadas desde el exterior, y lo único que podía hacer ella era acurrucarse y llorar con algo de desesperación mientras sentía como su refugio iba perdiendo cada vez más su forma, pero no su resistencia, aguantando a pesar de todo a los duros golpes que se le propinaban a cada rato y que algunos alcanzaban al pobre ángel indefenso de su interior, llegando a lastimarle de veras. 
Ella lo tenía muy claro; mientras su coraza aguantara jamás saldría de ella para encontrarse cara a cara con esos bárbaros que solo conocían la violencia y las malas maneras para resolver sus problemas. Si aquella sociedad podrida llegaba a dañarla estando dentro de su caja, no se quería ni imaginar lo que podrían llegar a hacerle estando fuera de ella.

Hasta que un día todo cambió. En un instante. Un joven extranjero descubrió casualmente la caja, y como todos, sintió curiosidad y trató de abrirla. Pero a diferencia de las personas que antes lo habían intentado, él lo hizo de un modo completamente distinto. En su país, totalmente diferente al de aquella gente, había aprendido a respetar todas las cosas, animadas o inanimadas, y a tratarlas con el máximo cuidado posible, pues a diferencia de la gente local él sabía apreciar el valor de las cosas, fueran las que fueran.
Tras estar un rato examinando la caja, descubrió un pequeño candado en un costado, y con una gran destreza fue capaz de abrirlo. Empezó a levantar la tapa. Desde dentro, la niña se percató de que alguien estaba abriendo su preciado refugio, y se atemorizó. "¡No puede ser! ¡Lo han conseguido, van a descubrirme!". Empezaron a fluir lágrimas de los ojos de la pequeña. Tenía mucho miedo de lo que podría pasarle ahora. Pero cual fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que el que había abierto la caja era un joven increíblemente amable, muy diferente a todos los que hasta ahora habían intentado abrirla. Y cual fue la sorpresa de dicho joven cuando descubrió el sorprendente tesoro que se hallaba en el interior de aquella caja de acero. Las lágrimas desaparecieron del blanquísimo rostro de la niña al ver la sonrisa tan cálida y acogedora que aquel chico le dirigió, la cual hablaba por si sola; "No tengas miedo. No te voy a hacer ningún daño." Le murmuró aquel tierno gesto. La chica se lo devolvió, esbozando por primera vez en mucho tiempo, una sonrisa tan hermosa como si procediera del mismo cielo. 
El joven tomó a la niña entre sus brazos y la sacó al exterior, para que todos pudieran contemplar aquella belleza, aquella obra de arte que durante tanto tiempo había permanecido escondida en aquella molesta caja que realmente por sí sola no tenía nada de particular.
La pequeña jamás hubiese imaginado encontrar, en el exterior, un mundo tan fantástico y resplandeciente, repleto de luz, y mucho menos ver que las personas que antes le tiraban piedras a su arca para que se abriera, ahora la admiraban estupefactos y empezaron, ellos también, a dedicarle tiernas y cálidas sonrisas.

Y así el secreto de la caja quedó por fin al descubierto. Y al cabo de unos días la vieja caja desapareció.

Judit Perich

viernes, 10 de abril de 2015

Cuentos en diez minutos - Amor

Tomó un sorbo de su taza de chocolate y suspiró pesadamente. ¿Porqué él era tan perfecto? ¿Porqué tenía que ser tan guapo y extraordinario? Y lo peor, ¿Porqué no se fijaba en ella en absoluto? Se sentía frustrada por esto último, sin embargo, pese a todo, no podía evitar sentir ese cosquilleo en el estómago cada vez que pensaba en él, en su príncipe azul. Contemplaba la superficie del chocolate y veía su rostro en él. Una sonrisa se esbozó entre el sutil sonrojo de sus acarameladas mejillas.
De repente la puerta de la cafetería se abrió entre el tintineo de la campanita, alguien entró. Ella no pudo evitar asomarse, y sus ojos se abrieron sobremanera y su corazón empezó a dar fuertes tumbos, como los fuertes zumbidos de sus oídos, al verle a él. Al chico en el que había estado pensando, por el que suspiraba. Había venido.
Su sonrisa se ensanchó y automáticamente se sintió flotar en el cielo, solo por verle. Era él, no podía parar de repetirse.

El se sentó unas pocas mesas más allá. ¿Y si iba a verle y a hablar con él? Ahora podía hacerlo, lo tenía muy cerca. En el instituto nunca tenía valor para hablarle en clase, pero ahora estaban solos, no había público cerca. No había nadie cerca... Era ahora o nunca. Se levantó y se encaminó hacia su mesa. “Hola”, le dijo nada más llegar allí con una gran sonrisa. “Puedo sentarme?” Jamás esperó recibir una afirmación, y eso fue lo que la hizo sentirse en las nubes cuando así fue, la persona más especial del mundo.

Estaban allí sentados, juntos en la misma mesa. Era el momento más feliz de su vida, en el que por primera vez había logrado hablarle a su media naranja.

Judit Perich

martes, 23 de diciembre de 2014

Nuestra primera Navidad juntos

Comenzamos esta andanza en el mes de Mayo, convencidos de que la literatura no era algo que interesase a la mayoría, pero con muchas ganas y mucha fe. Inauguramos este proyecto (que nació en mi cabeza en la barra de Can Cases) entre unos cuantos: Josep Carbonell, a quien en mi casa llaman "Chesterton" por su afición a dicho escritor; Josep Oller, el científico; Olga Caballero, especialista en pedagogía del lenguaje; Judit Perich, cuentista de toda la vida; Sandy Osorio, poeta, prosista y buena persona, en general; Marc Padilla, literato en ciernes; Judit Edo, que escribe fanfics de mangas y animes; el Cura Marciano, un gracioso que cuelga chistes todos los días. También algunos ilustradores: Gurggy, animador gráfico, y Marc Serra, dibujante, acuarelista, puntillista y nada más que acabe en "ista" (terrorista, integrista...) En todo caso, un profesional maravilloso que es capaz de conseguir que un papel cobre vida. Luego llegó Matías Montenegro, animador gràfico, y Susana Martínez, otra dibujante que impresiona con su talento. Y aquí estamos, tendidos al sol de medio mundo, recibiendo visitas de nuevos amigos que hemos hecho en diversos continentes, henchidos de orgullo y asombrados del resultado de todo esto. No hagáis caso si os dicen que ha sido un mal año; han pasado cosas buenas y esta, gracias a todos vosotros, usuarios, ha sido una de ellas. Un abrazo muy grande de parte de todos nosotros y aquí nos tenéis, para seguir escribiendo. Gracias por leer.

                                 Gemma Minguillón y equipo de Un café a la Plaça

lunes, 15 de diciembre de 2014

Cuentos en diez minutos - lágrimas

La lluvia caía pesadamente sobre su blanquecino rostro. Ella permanecía inmobil mirando al cielo gris, y pensando. Pensando. Profundamente. Como había podido perderlo? Lo más valioso que tenía en su vida se había esfumado tan repentinamente como había entrado en ella. Había sido todo tan rápido...

Las gotas de lluvia se mezclaban con sus lágrimas, que resbalaban suavemente por ese rostro suyo, tan pálido. El semblante que hace tan poco estaba tan vivo, tan radiante, ahora lucía cadavérico, sin vida alguna. Sus ojos eran como un espejo roto que no reflejaba nada. Eran opacos, vacíos, una vez tan vivos, ahora tan muertos. Solamente adornados por aquellas tímidas lágrimas que avivaban un poco la morticidad de su expresión.


Lágrimas pequeñas, cristalinas, eran como polvo de diamante fluyendo de sus orbes de hielo. Nada más caer por su rostro se mezclaban con la lluvia, fluían con ella en una decadente sintonía y se perdían, se perdían como su alma. Y dejaban de tener importancia. Y pasaban desapercibidas. Porque al fin y al cabo nada importaba ya. Ni ella, ni su vida, ni su ser... ni sus lágrimas. 

Judit Perich

domingo, 14 de diciembre de 2014

Cuentos en diez minutos - tragedia

Hoy realicé una actividad en la plaza de mi pueblo: escribí cuentos instantáneos a quien me lo pedía, cuentos de alta velocidad, hechos en un intervalo de 10 minutos aproximadamente. Aunque me ha salido bastante bien y la gente está contenta con los cuentos que les he hecho, de entrada el reto parecía difícil, pues yo no estoy acostumbrada a escribir en tan poco tiempo. Es por eso que practiqué unos días antes en mi casa, pidiendo a mis cercanos que me dijeran temas y yo trataba de elaborar un cuento acerca de ese tema en 10 minutos.  Aunque algunos de los que hice dejan mucho que desear, otros considero que me han quedado bastante bien, y es por eso que he decidido publicar un par de esbozos de esos cuentos en el blog. No puedo pedir que sean del agrado de todos, pero si que me gustaría que lo fueran de la mayoría.


El agua del mar fluía tranquilamente. El horizonte reflejaba la anaranjada luz del atardecer. Desde las rocas contemplaba el mar en calma una joven de tristes ojos. Iba descalza, para no resbalar, no podía permitir morir igual que él.
Si, allí era donde había muerto el hermano de aquella muchacha. Él había sido un joven apuesto y muy galán, caballeroso y educado. Quizá demasiado. Y aquella había sido su perdición. Todo por salvarla a ella.
A ellos siempre les había gustado pasear por aquella zona, y no era para menos, los atardeceres allí eran preciosos. Desde niños lo llevaban haciendo, contemplar el mar entre la luz naranja del cielo en aquel momento del día.
Hasta que un día, ella, descuidada, se puso a correr por las rocas emocionada. Aún era muy pequeña. Sin embargo lo que ocurrió a continuación la hizo crecer de golpe.
Un resbalón cambió por completo su vida. Ella resbaló, las rocas estaban húmedas y se deslizó repentinamente. Pero su hermano fué rápido, y la agarró antes de que pudiera hacerse daño...cayendo él. Perdió el equilibrio, y cayó por salvarla a ella de ese mismo destino. Y ella lo vió todo. Vió morir a la persona que más quería del mundo ante sus propios ojos.

Ahora ya habían pasado veinte años desde aquello, sin embargo por mucho tiempo que pasara ella jamás lo olvidaría. Por eso estaba allí hoy, como cada tarde, mirando el mar, recordando.

Arrojó un ramo de flores al agua, que empezó a danzar suavemente con las pequeñas olas. Las lágrimas que caían de los ojos de ella se mezclaban con aquella misma agua. El momento y el lugar en el que había muerto su persona querida. El atardecer en el mar que una vez fué de ensueño y ahora era una dulce pesadilla sin fin.

Judit Perich

lunes, 24 de noviembre de 2014

Crim i passes

Sempre havia pensat que a la meva vida no hi faltaba de res. Tinc diners, bona salut, una familia, una feina amb la qual m'hi guanyo bé la vida, un border collie preciós, un Renault Mégane cuasibé nou, una casa bastant gran en un poble comercial... I un veí. Si, un veí. Anthony Brown. Vivia a la casa del costat de la meva i ens avenim força. O ens aveníem. Era un bon home, tot i que de vegades actuava d'una manera que semblava que t'estiguessis comunicant amb una guineu. I no exagero; et parlava amb astúcia, era molt calculador en tot el que feia i se li notava per la seva manera de parlar. I si a això li afegim una mirada felina, amb els seus ulls grisosos i penetrants que et gelaven amb la mirada, ja tenim a l'individu perfecte per una novel·la de misteri. O de terror. Aquella manera de parlar que sembla que t'estigui a punt de culpar per un crim... Aquella mirada tan penetrant que dóna la sensació com si una agulla molt fina s'anés clavant mica en mica al teu estómac... Al principi m'agradava parlar amb aquell home tant inteligent, però de mica en mica m'anava espantant, fins i tot vaig començar a tractar d'evitar-lo sempre, perquè no em feia cap gràcia parlar amb ell, ni tan sols veure'l a distància, em feia por només d'imaginar-me'l, i quant em mirava, notava els seus clavant-se al meu clatell. A les nits somiava en ell, però més que somnis eren malsons. Fins que un dia ja no vaig poder aguantar més.

Me l'habia trobat en un parc que jo freqüentava. M'agradava molt aquell indret perquè quasi mai no hi habia ningú i era un lloc molt tranquil i perfecte per relaxar-se. Però avui no habia tingut tanta sort. Havia anat al parc perquè, com de costum, necessitava relaxar-me. Però l'aparició d'aquell home no havia fet més que empitjorar les coses. 
A mesura que anava parlant amb ell, m'anava ennerviosint. Sentia com si de la seva boca sortís un aire gèlit que em feia retrocedir la pell, els cabells, que m'esquerdava els llavis, els ulls, el fetge, l'estómag, el cor... l'aire començava a arremolinar-se al meu voltant, cobrint-me, embolcallant-me, penetrant al meu cos envers dels porus de la meva pell, tocant-me els ossos, les entranyes... Tenia una completa sensació de desprotecció, sentia com si aquell vent gelat comencés a circular per tot el meu cos acompanyant la meva sang. Li vaig mirar els ulls, quant se li havien estirat les pupil·les? Fins i tot em va semblar que la seva veu començava a tornar-se més xiuxiuejant. Cada cop més i més. Més augmentaven els meus nervis, la meva crispació, la meva sensació de fredor i d'inseguretat absoluta, i més l'anava veient com una serp. Fins que al final ja no vaig aguantar més. 
Fora de mi, li vaig clavar una forta empenta; sentia la necesitat de treure'l del meu davant. En caure, el seu cap malauradament va anar a donar contra un roc. Vaig començar a veure rajar la sang. L'home era mort. Tot d'una em vaig adonar de la situació; acabava de matar una persona.
El primer que vaig sentir va ser terror i una suor freda. Després, amb aquesta mena de ment lògica que donen les situacions extremes, vaig adonar-me'n de que ningú havia vist el nostre encontre, ni la nostra conversa. I allò havia sigut un accident, al cap i a la fi. Vaig pensar molt de pressa; li vaig regirar bruscament les butxaques amb els meus guants de llana encara posats, li vaig buidar la cartera dels seus dos bitllets, i vaig deixar totes les seves coses personals escampades al seu voltant. Un lladre (en aquell parc per la nit abundaven) li hauria intentat robar els diners, i amb una empenta hauria provocat la seva mort accidentalment, fugint després. Em va semblar coherent, i encara amb aquella fredor del moment de nervis, vaig girar cua cap a casa meva.


     S'havia fet fosc del tot. Les estrelles semblaven ulls diminuts observant el meu caminar per aquell camí terrós. La lluna plena semblava una cara contemplant-me i acusant-me del crim que havia comès. Vaig aixecar-me el coll de l'abric, la nit era freda. Vaig caminar amb pas ràpid sobre les fulles seques de la tardor; xap...xap...xap... El so de les meves passes em ressonava cada cop més fort a les oïdes; xap...xap...xap...xap... Era com si es multipliqués, com si hi haguessin més passes. Xap...xap...xap...xap...xap... De sobte, la lluna es tapà amb un núvol. Les pases no paraven de sonar, cada cop més a prop. Xap...xap...xap,xap,xap. Potser eren els batecs del meu cor, vaig pensar. Vaig tractar de relaxar-me. Vaig respirar fons, i em vaig girar sobre els meus peus per donar una volta complerta. Ningú. Amb més tranquil·litat, vaig continuar caminant. Xap...xap...xap... Les fulles del terra m'ennerviosien cada cop més. La sang em pujava al cap. Xap...xap...xap...xap... Potser era un esquirol. Els esquirols surten a buscar menjar. Però, de nit? I, fan soroll? Que jo sapigués, no. Xap...xap...xap...xap...xap... La sang em bategava a les oïdes. Necessitava arribar a casa el més aviat possible. Vaig apretar el pas. Xap, xap, xap. 

Anava accelerant el pas cada cop més. Vaig tenir la sensació de que corria. El cor m'anava a cent. Notava el fred del crepuscle acaronant-me la cara, la pell. Xap...xap...xap... Vaig tornar a tenir la desagradable sensació de que les meves pases es duplicaven. Era ben bé com si algú m'estigués seguint, però aquest cop era molt més intens. Vaig voler girar-me, pero aquesta vegada no vaig gosar. Vaig notar com una suor freda em començava a recorrer la cara avall, naixent al meu serrell i descendint, deixant un rastre de por i desesperació. Xap...xap...xap...xap... El desagradable soroll de sabates de funcionari no cedia. És més, vaig tenir la sensació que el tenia cada cop més a prop. Xap,xap,xap,xap. Vaig voler tranquilitzar-me, pensant que aquelles eren les pases d'algun vianant innocent que pasava per allà de casualitat. Em van venir al cap el carter, la pastissera, que jo savia que sempre passava per aquest parc per tornar a casa de la feina, la Genny, el repartidor de pizzes... Però aquella idea només va aconseguir ennerviosir-me més. Potser aquell possible vianant havia vist el que havia pasat i per això em seguia. Després de pensar-mo uns segons, em vaig carregar del valor més absolut i vaig tornar a girar el cap. Ningú. Vaig llançar un gran sospir. El meu cor feia uns bategs molt extranys, no sabia com descriure'ls. Però en cualsevol cal retumbaven a les meves orelles com si tingués el cor allà mateix. O a la gola, doncs el nus que tenia i que no aconseguia ni pujar ni baixar era ben bé com si tingués alguna cosa física ficada dins. 
Sobtadament, vaig passar per davant d'un dels molts arbres de la zona i vaig veure que la soca tenia unes taques que semblaven realment una cara, concretament aquella em va recordar la cara de l'Anthony Brown. I la seva mirada fosca i penetrant que m'ennerviosia tant. Vaig desviar de cop la mirada cap al cel, i vaig veure de nou la cara d'aquell maleït home al lloc on abans hi havia la lluna. Vaig accelerar encara més el pas. Ara ja corria de veritat. Vaig notar que el cor se'm sortia del pit amb cada bateg. Suava a raig. Les passes cada cop eren més fortes i ràpides; xap, xap, xap, xapxapxapxapxap... Van ocupar a les meves orelles més espai que els bategs del meu cor. Veia la cara de l'Anthony per tot arreu; als arbres, a les flors, a les branques, als bancs, al cel... I més que la cara, eren els ulls. Aquells monstruosos ulls grisos nascuts del Tàrtar, del Deu de la mort. Les passes ressonaven violentament i jo corria amb totes les meves forces. Sentia la veu d'aquell home horripilant dins de l'encèfal. 


     Em vaig tapar les orelles amb els braços amb molta força... Però les passes no cedien, la veu no callava... De cop i volta tota l'angoixa que sentia es va anar acumulant al meu coll i sortí per la boca en forma d'un crit esgarrifós. 

De sobte, em vaig adonar que havia sortir del parc, del meu passeig infernal i ininterminable. Notava com em suava el front. Tenia el cor a la boca, i sentia que em trencava amb cada bateg seu. La veu de l'Anthony encara em resonava al fons de la ment... i en aquell moment vaig veure davant meu una comisaria de policia... i vaig correr cap allà per entregar-me. Només de pensar-hi, el soroll de les pases, xap...xap... va aturar-se i el meu cor va retornar al seu lloc.


Judit Perich

domingo, 20 de julio de 2014

El cementerio



Caminaba por el lúgubre cementerio, oscuro, umbrío, sólo alumbrado por la ténue luz de la luna llena, que resplandecía dominando el nublado cielo del crepúsculo cual lucero de plata. Las lápidas en forma de crucifijo cubrían el suelo, perlado por la neblina medio disipada que lo envolvía levemente y, a lo lejos, el ángel de piedra que, con su esbelta figura asexuada y sus enormes y hermosas alas de plumas, dominaba elegantemente la zona, muerta y gélida.
Andube hasta el extremo norte, bajo un álamo con la corteza seca, y miré el cielo. Serena y lastimera mirada surgía de mis soñadores ojos ámbar. Sin saber porqué una brillante lágrima se asomó tímidamente, sin motivo. Todo aquello era tan bello, y a la vez tan triste... y me fui por dónde vine, con un lento paso en aquel suelo de tierra húmeda, caminando sobre las lombrices que seguro que estarían debajo de mis pies, devorando vorazmente la carne descompuesta de toda aquella gente. Todos havían llevado vidas muy distintas; algunos buenos, otros malos, algunos ricos, otros pobres. Pero, al final, todos sufrimos el mismo destino: acabar enterrados en aquel lugar sombrío, olvidados, sirviendo de alimento a aquellos rastreros animales, y con fuegos fatuos surgiendo del interior de nuestros huesos.

Y es que la muerte no hace distinciones.  




Extraído de mi blog: La cueva del nigromante




Judit Perich

lunes, 7 de julio de 2014

Cero absoluto

      En aquel paisaje no había nada. Literalmente nada. Estaba completamente vacío. El tiempo se había detenido en aquel lugar del Universo. Frío; era lo único que se podía sentir. Era imposible saber en qué punto las partículas habían dejado de moverse en aquel lugar, quizá siempre habían estado así. Pero eso no importaba ya, pues el tiempo no pasaba allí. Cinco minutos eran lo mismo que quince mil años; pasaban las mismas cosas: nada. No había vida, no había tiempo, espacio, forma, color. La materia, inmóvil, era sólida. Y fría, muy fría, demasiado fría. Cualquier cuerpo, vivo, muerto o artificial, que se acercara a ese lugar sería víctima de aquel hechizo y el tiempo se detendría también para él. Mas podría disfrutar de estar una eternidad sin experimentar el más mínimo cambio en su ser, aunque el precio a pagar fuese dejar de respirar, de sentir, de vivir... 

      Materia inmóvil, materia muerta, congelada. El hielo que congeló el tiempo. El tiempo que detuvo la vida, los cambios. La maldición de un mundo cuyas partículas en algún momento cesaron de moverse, un mundo que fue víctima de una glaciación suprema que destruyó cualquier esperanza de progresar allí. 

      La maldición de un mundo que alcanzó el cero absoluto.


Judit Perich

domingo, 1 de junio de 2014

Llantos de alma

                       


Cayendo en el olvido, en el vacío
aire, viento, aullidos de la nada,
se oía, aterrador aquel sonido
de angustia, de alma, de frialdad velada.

"Dime, te escucho", atendía el oído,
Voces que sonaban en la penumbra helada;
eco infantil de llanto dormido,
viento mortal que su canción cantaba.

Olor de rancio musgo sobre mármol,
cruces, ángel de piedra, letras grabadas
marcaban el lugar de su reposo,
y la tierra( la madre) lo acunaba.

Al abrigo del sagrado árbol,
lanza perfecta de formas elevadas,
a su sombra, durmiendo perezoso;
hacia Dios con la noche se elevaba.


Extraído de mi blog: La cueva del nigromante




Judit Perich

lunes, 19 de mayo de 2014

Los cuervos

Luz negra, negra sombra,
como una vieja bruja de alas negras
agitando de sus cabellos las hebras, acechando en su vuelo a aquella alondra.

Graznando, voz inerte,
contemplando sus ojos la campiña yerma,
príncipe oscuro, augurio de muerte,
huyendo de la luz a la tiniebla.

Cruzando con sus sombras impactantes
aquel brumoso cielo del ocaso
cubierto con sus nubes acechantes.

Los tenebrosos siervos de Satanás
que miraban impávidos la vida de los demás

como el cuervo que dijo "Nunca más".


Extraído de mi blog: La cueva del nigromante


Judit Perich

miércoles, 14 de mayo de 2014

El origen del paracaídas

     De todos es sabido que, entre los muchos inventos de Leonardo da Vinci, hubo muchos aparatos voladores y entre ellos había planos de paracaídas; un sofisticado paracaídas cuyo plano fue bosquejado por da Vinci el 1485. Sin embargo, a diferencia de lo que algunos podrían pensar, no fue él el inventor de esta simple y a la vez práctica máquina de planear.

       El primer paracaídas de la historia data del tercer milenio antes de Cristo, y su inventor fue nada menos que un chino. Ocurrió durante la dinastía Xia; según algunas fuentes, un hombre quedó atrapado en un granero en llamas y se las ingenió para saltar y planear con sombrillas, sobreviviendo así.

     A partir de ese punto de la historia, empezaron a surgir diseños de aparatos para planear cada vez más sofisticados. En China seguían con sus sombrillas gigantes, llevando casi 2000 años de ventaja sobre el resto del mundo; aunque parece ser que los árabes también descubrieron los paracaídas tempranamente, siendo de las culturas debutantes en los sistemas de planeo.

     En el año 852 d.C, en Córdoba, un musulmán llamado Armen Firman saltó desde una torre con un precario paracaídas, haciéndose algunas heridas leves, pues no estaba perfeccionado.


En 1470 aparece en la Italia del Renacimiento un manuscrito anónimo con la imagen de un hombre sujetado a un cono por un bastón transversal; esa sería la primera pista para la invención del paracaídas en el mundo occidental. 

Sería poco después cuando Da Vinci haría su diseño de paracaídas. Basándose en el diseño de Da Vinci, el veneciano Fausto Veranzio, gran pensador y obispo, haría un diseño de creación propia.  No solo eso, sino que además lo probaría. Fue en el año 1617. Su boceto se llama "homo volans"   (hombre que vuela), y lo hizo años antes de diseñar y probar el paracaídas; en 1595. 


     Tras todos los diseños de paracaídas antiguos, empezaron al fin a desarrollarse los modernos, siendo el francés Louis-Sébastien Lenormand el inventor del paracaídas moderno. 
Desde entonces los paracaídas han ido mejorando hasta convertirse en lo que son hoy en día; resultaron muy útiles durante la Guerra Mundial, y tiempo después aparecería el paracaidismo deportivo. 



El sistema de los paracaídas ha ido mejorando a lo largo de los siglos y actualmente resultan un aparato muy eficaz, tanto para salvar vidas como para practicar deporte.


   Judit Perich

 

domingo, 11 de mayo de 2014

Rosa

   La chica entró corriendo en su habitación, tiró la mochila al suelo y se tiró en la cama. Suspiró y sonrió. Solo de pensar en él se animaba de golpe. Aquel jovencillo de su edad que le había robado el corazón. Esbozó una sonrisa de felicidad. 
"Ahora ya vas al instituto, ya no es como cuando hace nada estabas en PrimariaA partir de ahora tendrás que empezar a estudiar mucho para aprobar... Deberás centrarte en tus estudiosEl instituto no es un juego de niños, tienes que tomártelo en serio o no te traerá nada bueno", solían decirle sus padres. ¿Que no le traería nada bueno el instituto? Acababa de entrar y ya le había pasado lo mejor que le había pasado nunca: se había enamorado. ¿Acaso eso era malo? Que va, más bien al contrario.
Ahora todo le parecía hermoso; las paredes de su habitación, rosas con flores estampadas, la hermosa vista de la ciudad que tenía desde su ventana, sus cortinas, tan rosas y finas; incluso su mochila escolar rosa parecía ahora brillar con luz propia.

   Su móvil sonó. Lo cogió y lo miró. Su corazón empezó a palpitar con fuerza, de modo que hasta ella misma pudo escucharlo y un torbellino de emociones se arremolinaba en su ser; era un mensaje de él. Su cara se iluminó, su respiración se alteró deliciosamente mientras leía el mensaje, y mientras lo respondía. Él solo la había saludado; sin embargo ese simple acto la había convertido, en segundos y durante segundos, en la persona más feliz del mundo. 

   Cerró los ojos y pensó en él, volvió a suspirar. Podría fundirse ahora mismo, de hecho estaba teniendo la sensación de que efectivamente se estaba fundiendo de amor.
   Pensaba en él; en su cabello rubio y sedoso, en sus brillantes ojos azules, grandes y vidriosos, en su semblante, en su piel blanca, tersa y suave, en sus labios tan colorados, gruesos... En seguida el rubor tiñó sus mejillas. Se sentía volar por el cielo azul, ligera como una pluma. De hecho, de no ser porque abrió los ojos y se vio recostada en su cama, ya creía que estaba volando de verdad, se sentía ligera y grácil como una bailarina. Si, eso se sentía; una bailarina. Se puso en pie de un salto y empezó a girar, a dar vueltas por su cuarto, con los brazos estirados, tarareando una canción de amor, viendo todo su mundo en color rosa, viéndole a él. Sentía como si electricidad se hubiese apoderado de ella; se sentía viva.


Judit Perich

sábado, 10 de mayo de 2014

Porkanana


Nada más nacer, lo primero que vi fue a mi madre. Tan solo tenía pelo encima de la cabeza, debajo de la nariz y en la barbilla. Su piel era pálida y berrugosa. Llevaba cristales delante de sus pequeños ojos oscuros, y era gigantesca, al contrario que sus orejas, que eran redondas y muy pequeñas.
-Oh! Qué guapo es!- , dijo ella con su grave voz de tenor.
Entonces me cogió con una pata grande y llena de dedos. Yo tuve mucho miedo, especialmente cuando me acercó a su morro enorme y rosa rodeado de pelos como escarpias, e hizo un sonido ensordecedor encima de mi cabeza, que se quedó húmeda. -Te llamaremos Porkanana, que será tu comida favorita- . Efectivamente, las porkananas, o zanahorias como las llamáis en el sur, me encantan.
Los primeros días de mi vida fueron los mejores. Conocí a una hembra que era igual que yo, solo que más grande y hembra. Ella me cuidaba y me trataba muy bien, hasta me alimentaba con una especie de líquido muy dulce y bueno que salía de sus senos.
Me lo pasé en grande jugando con los nuevos amiguitos que iba haciendo. Todos eran como yo y lo pasábamos muy bien juntos. Pero lo peor estaba por llegar.
Ocurrió a los pocos meses de haber nacido yo; empezaron a caer bolitas blancas, gélidas y minúsculas del cielo, que siempre era azul pero ahora estaba gris. Empezó a hacer más frío que de costumbre, y yo estornudé por primera vez. En pocas horas, todo el suelo quedó totalmente blanco y hermoso, pero también muy frío. Demasiado frío. Helado. Yo estaba hecho un ovillo, intentando entrar en calor, cuando se me ocurrió que podría acurrucarme en uno de mis compañeros. Así los dos entraríamos en calor. Empecé a buscar a alguno, cuando me di cuenta de que no había nadie. Estaba yo solo. Congelado. Ya creí que iba a morir. Fue entonces cuando noté que algo me cogía. Era mi madre! Había venido a por mí! Con su enorme manaza me cogió en brazos.
-¡Estabas aquí, Porkanana!- me dijo. Me envolvió con una cosa muy grande, fina y calentita. Ya no tenía frío. -En Finlandia hace mucho frío en invierno. ¡No deberías andar por aquí solo!-.
Me metió dentro de la casa donde se cobijaba y me desenvolvió. Entonces me dio una porkanana. Mi primera porkanana. Estaba tan buena como me había imaginado, tan anaranjada y brillante, crujiente...
Y esta es la historia de cómo sobreviví aquel día, y de cuando me comí mi primera porkanana.


Extraído de mi blog: Curruca.com


Judit Perich

La rosa blanca que quería ser roja



El bosque era sombrío como todos los bosques de cuento y, como en todos, se perdían niñas. En el corazón del bosque había un rosal, y en el corazón de aquel rosal había una rosa blanca como la nieve. La blancura nívea de aquella rosa la hacía destacar en aquel lugar lúgubre y oscuro. Era una dama de nieve en un palacio oscuro. Aquello a ella no le gustaba, en absoluto. Ella quería tener un color más noble, más sensual, que le quitara ese aire de inocencia y pureza que no encajaba nada con la flor prohibida.Rojo. Ése era el color que debía tener. Y ése era el color que conseguiría a cualquier coste.

       De manera que, cuando las madrugadas la llenaban de frescas gotas de rocío que hacían salir de sus pétalos, a los primeros rayos del sol, decenas de abanicos de colores iridiscentes, ella aprendió a guardarse unas cuantas en su corola. De ese modo, pensaba, podría utilizarlas cuando más le conviniese, podría hipnotizar a alguna niña incauta que, cautiva por el espectáculo que ofrecía, se acercase demasiado a ver, a tocar, a oler...y entonces ella actuaría. Hincharía sus espinas de manera exagerada. Las niñas no son cuidadosas, por lo que seguro se pincharían con ellas. La sangre brotaría de sus inocentes dedos, manchando sus pétalos y tiñéndolos así del tan ansiado color.

       Y apareció la primera víctima. Una chiquilla trenzuda de dorados cabellos y vestido turquesa. Se acercó a la flor y se emocionó al verla tan bella y resplandeciente. Pronto la tocaría, así que la rosa se apresuró a hinchar sus espinas, que se convirtieron en mortíferas púas. Pero cuál fue su sorpresa al ver que la niña sacó unas tijeras de plata y le cortó el tallo de golpe. A la pequeña le agradó tanto aquella linda rosa que la tomó para poder regalársela a su madre. Lo último que vio la rosa fue la carita sonriente de aquella criatura que, en un instante, le había arrebatado la vida. Segundos después se llevó su cuerpo inerte, y lo único que quedó allí fue una gota de savia que, tímidamente, resbalaba por el lugar en el que antes había estado tan bella pero maldita criatura, cuyo único deseo era tornarse en lo que no era. 



Extraído de mi blog: La cueva del nigromante


Judit Perich

lunes, 5 de mayo de 2014

La niña y la luna

Fueron mis góticas inclinaciones las que me impulsaron a ir aquella noche al cementerio.
Era un de uno de Noviembre por la noche, y había luna llena. Un precioso y plateado plenilunio. El cielo estaba negro como el azabache, como a mí me gustaba, y reinaba un profundo silencio.
Cuando salté la valla, me invadió una agradable sensación de bienestar y paz espiritual. Avancé. De noche, el cementerio era precioso. Yo sólo lo había visitado de día, cuando era pálido y aburrido. Por eso, verlo tan tétrico y umbrío me hizo sentir bien. 
Paseé la vista por encima de las lápidas: inscripciones borradas por el tiempo, ángeles de piedra de mirada vacía, cruces clavadas en el suelo... y entonces la vi.

Era una chiquilla menuda, con las piernas largas y flacas, aguantándose de puntillas con sus pies descalzos encima de una cruz de mármol. Al principio sólo era una sombra negra y pequeña, pero a medida que me fui acercando, pude distinguirla mejor; pálida, vestida con un antiguo andrajo blanco, con el cabello largo y plateado fluyendo en el viento, miraba la luminiscente cara de la luna llena.
Me acerqué a ella, traté de hablarle, pero no me salían las palabras. Iba tartamudeando, cuando se giró y, con su mirada azulada, me dijo: "la luna está preciosa esta noche". Ante aquella voz soñadora, yo miré el cielo. Realmente la luna era linda como una perla. La miré durante unos instantes. Cuando volví a bajar la vista miré hacia la cruz. Sonreí. Ella había desaparecido.

Extraído de mi blog: Curruca.com


Judit Perich

sábado, 3 de mayo de 2014

Rojo pasión

La fuerte sensación llegó a la cumbre.
Aquello era verdaderamente indescriptible.
Pasó un largo rato, pero al fin
su cuerpo fue totalmente invadido
y alienado.

La sensación más poderosa y embriagadora que jamás había tenido;
un poderío rojo emanó de la nada y la envolvió
con sus alas de plumas flamígeras.
Una bandada de mariposas llameantes
con su vuelo irregular la cubrieron
secándola, quemándola, extasiándola
recorriendo su cuerpo por dentro y por fuera
y estallando en llamas en su mente, en su ser.

Su sangre era magma fundido.
Sus mejillas, dos amapolas ardientes.
Sus cabellos, cortinas de fuego y llamas.
Su corazón, una bomba a punto de estallar
en un mar de profunda pasión,
una pasión ardiente como el rojo de sus paredes.

El sentimiento rojo,
la emoción roja,
la pasión roja.
Un incendio en su alma.
Aquella sensación indescriptible
que la invadía por completo como un mar de fuego rojo;
era como si el mismísimo Sol le hubiese inundado el cuerpo.

Se sentía morir, y a la vez,
se sentía más viva que nunca.
Aquel frenesí parecía no tener límites.
Su vista se nubló, se emborronó,
y sus oídos silbaban.
En aquel momento solo podía percibir
el rojo de la pasión ardiente.



Judit Perich

Verde

     De nuevo, se encontraba al pie de aquel manzano. Cada vez que venía aquí, veía más cerca sus frutos; aquellas tiernas y suculentas manzanas rojas, que hacían la boca agua a cualquiera que las mirara, aunque sólo fuera de lejos. Brillantes como rubíes en medio de ese mar de hojas tan verdes y relucientes. Mirando las manzanas que estaban en las ramas más bajas, estiró su brazo hacia arriba. De nuevo, no llegaba, sin embargo esta vez era por muy poco. Con un impulso, repleta de esperanza, empezó a estirar sus delicados pies apoyándolos en sus puntas. Cada vez veía los frutos más y más cerca. Hasta que quedó completamente de puntillas, y por primera vez pudo alcanzar una manzana con su mano. La radiante sonrisa que se le dibujó en ese momento le iluminó la cara: lo había conseguido, lo había conseguido por fin. Volviendo a su posición inicial, tomó la manzana en su mano como un trofeo por el que llevaba años luchando.

     Se sentó al pie del árbol, con cuidado de no manchar su vestido, y le pegó un mordisco a la fruta, degustando su sabor al máximo, sonriendo de pura felicidad. Después de años viniendo cada pricipio de otoño, al fin era capaz de alcanzar uno de esos deliciosos frutos. Eso era un gran triunfo para ella, pero sobretodo le había hecho darse cuenta de algo: estaba creciendo, se estaba haciendo mayor. Todos los años que venía trataba de cojer alguna manzana, pero nunca era capaz pues su altura nunca se lo había permitido, a pesar de que ese era un manzano realmente pequeño. Sin embargo ahora la cosa había sido muy distinta. Ya no era una niña, eso lo sabía, ya no era la pequeña con trenzas que se ponía a llorar cuando resbalaba y caía al suelo embarrado; ahora era una joven y pronto se convertiría en una mujer adulta. Este año había alcanzado una manzana, y el siguiente ya no necesitaría ponerse de puntillas para lograrlo. Mientras comía, contempló el extenso prado -hierba verde que inundaba el paisaje como un mar de esmeralda- y pensó en el futuro, en su futuro. El día de mañana dejaría definitivamente de ser una niña, se tornaría una mujer, dejando atrás su infancia, hasta que abandonando su verde primavera, llegaría al invierno de su vida y sus dorados cabellos se cubrirían de blanca escarcha. Miró el horizonte, tan verde, tan infinito... tenía toda la vida por delante y la viviría al máximo, tenía unas inmensas ganas de crecer, de madurar como aquellas manzanas, de ser una mujer bella y adulta. Y tenía un destello de esperanza inconmesurable. Y sabía que cada vez llegaría más arriba del manzano hasta alcanzar la copa de este y poder degustar las manzanas más sabrosas y a la vez más prohibidas. 


Judit Perich

Vitalisme i decadentisme

     El vitalisme i el decadentisme són dos corrents originaris del segle XIX. Sembla ben bé que siguin el mateix, o una cosa molt similar, però realment no tenen gairebé res a veure.

     
     El vitalisme fa referència a una doctrina filosòfica que diu que “tots els organismes vius son fonamentalment diferents a les entitats no-vives, ja que contenen algun element no físic o es regeixen per principis diferents que són les coses inanimades.” Això vol dir que els éssers vius posseeixen una força vital que els diferencia de les coses inanimades. Sería una força inmaterial específica que sería la responsable de la vida en els éssers vius i sense ella, no seria possible. També conegut com filosofia de la vida, avui dia és rebutjat i no es dóna per vàlida aquesta filosofia.
     
     El decadentisme, per altra banda, és un moviment artístic, filosòfic i literari que va aparèixer a França a finals de segle. El nom "decadentisme" i "decadència" va ser donat per crítics despectius, tot i que va ser adoptat pel propis a qui anava destinat el malnom, referint-se a sí mateixos com a “decadents”. En gran part van ser influïts per la tradició de les noveles gòtiques i per la poesia i la ficció d'Edgar Allan Poe, i s'han associat amb l'esteticisme i el simbolisme. Aquest moviment està molt influït per la situació social de l'època. Avui en dia és percebut com un moviment de tansició entre el Romanticisme i el Modernisme.
     
     Totes dues corrents, però, es caracteritzen per haver sigut els dos moviments predominants a l'època del Modernisme, i haver tingut també una gran importància literària. Molts autors modernistes varen publicar relats vitalistes o relats decadents, alguns fins i tot van publicar dels dos tipus. Un gran exemple és Joan Maragallun dels pares de la poesia catalana modernista, el qual a la seva obra va cultivar tant el vitalisme com el decadentisme, passant per ambdues etapes, i de fet ell és un dels responsables de que adquirissin tanta importància.

El vitalisme a la literatura
     
     Dins la literatura, el vitalisme, com el seu propi nom indica, reflecteix allò vital. Tal i com ja s'ha dit, col·loca la vida per damunt de qualsevol altra realitat o valor. A la literatura vitalista es reflecteix clarament aquesta idea. Les obres vitalistes tenen un caràcter enormement optimista, positiu, reflecteixen situacions de suma felicitat on es pot apreciar la filosofia de la vida, situacions planeres que evoquen vida i alegria, i omplen al lector d'aquest sentiment positiu.
Un gran exemple d'això és el poema "Romança sens paraules", de Joan Maragall:


En la pica de la font
neda una rosa vermella;
acotada al raig del broc
hi veu una joveneta;
per la barba i coll avall
li regala l'aigua fresca;
els germanets més petits
riu que riu de la mullena;
ella riu i veu ensems
i al cap de vall s'ennuega...
Tots se posen a xisclar,
s'esvaloten i s'alegren,
i el més petitet de tots,
en bressol dins la caseta,
al sentir aquell brogit
tot nuet, riu i perneja
i es posa a cantar tot sol
una romança sens lletra.

     Aquest poema és el millor exemple de vitalisme, doncs no podria ser més vitalista. És gairebé un símbol del vitalisme, transcorrent en un escenari idíl·lic, lluminós i acolorit com els del vitalisme. Com es pot apreciar, el poema reflecteix una situació quotidiana; una noieta bevent aigua d'una font, i els seus germans jugant pels voltants. La jove beu amb avidesa, amb vida i rigorositat, i això comporta que es mulli tota la roba mentre beu. En veure-ho, els seus germans riuen, i això provoca el riure d'ella, que es posa a riure mentre segueix bevent. Ella assumeix el risc de beure mentre riu, tot i sabent que es pot ennuegar (que és el que li passa al final), però no li importa, doncs és feliç. L'escena de l'ennuegament és la que més reflexa aquest sentiment de positivisme; els vailets es posen a xisclar i esvalotar-se del riure i l'alegria del moment, el que li ha pasat a la noia no és més que un ennuegament momentani i innocent, però serveix per fer riure encara més als nens, i de ben segur que ella mateixa també s'ho està passant d'allò més bé i el seu propi ennuegament la fa riure també. Tot i que Maragall no diu el que passa a l'exterior de la caseta després d'aquesta escena, hom es pot fàcilment imaginar que, després de recuperar-se de l'ennuegament, la joveneta es posa a riure i corre amb els seus germans petits. El moment de màxim esplendor de la felicitat del poema és aquest i el que ve a continuació, doncs Maragall salta de l'escena que està ocorrent a fora de la casa a una que, a causa d'aquella, es dóna en aquell instant a dins; el germà més petit, un nadó, que resta estirat al seu bressol, comença a riure i pernejar en sentir el xivarri predominant a fora. Ell es podria posar a plorar, però en lloc d'això acompanya els seus germans grans en la seva felicitat que l'envaeix a ell també, i riu i és feliç amb els altres malgrat estar solet a dins. L'escena culminant de l'obra és l'última, on el nadó, pres de l'alegria, comença a balbucejar com si cantés, fent sons entonats com els que fan els bebès, sent aquesta escena la que li dóna el títol al poema.

Aquest poema és carregat de vitalisme, no té ni un sol toc decadentista, i fins i tot aconsegueix que el lector sigui capaç de sentir l'alegria dels protagonistes i endinsar-se en ella, deixant-se envair. És el poema que reflecteix millor les caracteristiques literàries del vitalisme.


El decadentisme a la literatura

 

     A diferència del vitalisme, la literatura decadentista es caracteritza per la seva tristor i el seu sentiment de desassossec. El decadentisme creu que la bellesa natural és artificial, per aixòes fixen en la mort, la lletjor i els sentiment negatius. De la mateixa manera que la felicitat és el sentiment predominant en el vitalisme, la tristesa és la que caracteritza el decadentisme. Però el decadentisme no s'ha de confondre amb el drama, el melodrama o la tragèdia. El drama involucra una persona, o fins i tot un animal que està patint per una desgràcia que li ha passat, toti que el relat pot acabar bé, però el nus es basa en aquesta idea. El melodrama no és res mésque el drama portat a l'extrem. També hi ha la tragèdia, que de vegades pot barrejar elements còmics (tragicomèdia), però que sempre tindrà un final tràgic. El decadentisme no té perquè involucrar ningú en el relat, sinó que simplement es pot limitar a descriure un paisatge àrid i solitari o una situació trista o depriment per algun motiu.

Un exemple d'això és el poema "Pirinenques", de Joan Maragall, on es limita a descriure un paisatge pobre: el de l'alta muntanya: 

A dalt del Pirineu
les flors són esblaimades,
les flors són d'un blau clar;
blavoses o morades:
són tristes dels alts monts
les crestes emboirades,
i tristos els ramats
estesos per les prades,
i la del dret pastor
figura solitària.
El sol esblanqueït
no treu color ni escalfa;
el bosc mesquí i llenyós,
i l'herba curta i clara:
pedrosos i grisencs
els cims de les muntanyes,
tots ditejats de neu
d'eternes clapes blanques,
i fumejant arreu
la boira corre i passa.
Al tard, de dins de les valls
la boira va aixecant-se,
i amb ella emmantellant
se va solemnement l'alta muntanya.



     A “Pirinenques” Maragall descriu el trist paisatge de les zones més altes dels Pirineus. Un altre exemple de poema decadent, un de ben diferent, és "la vaca cega", on no s'hi descriu cap paisatge, sinó que es dóna a conèixer una situació quotidiana amb un aire de tristor present a tot el poema:
Topant de cap en una i altre soca,
avançant d'esma pel camí de l'aigua,
se'n va la vaca tota sola: és cega.
D'un cop de roc llançat amb massa traça,
el vailet va buidar-li un ull, i en l'altre
se li ha posat un tel: la vaca és cega.
Ve a abeurar-se a la font com ans solia,
mes no amb el ferm posat d’altres vegades
ni amb ses companyes, no: ve tota sola.
Ses companyes, pels cingles, per les comes,
pel silenci dels prats i en la ribera,
fan dringar l’esquellot, mentre pasturen
l’herba fresca a l’atzar… Ella cauria.
Topa de morro en l’esmolada pica
i recula afrontada… Però torna,
i abaixa el cap a l’aigua, i beu calmosa.
Beu poc, sense gaire set. Després aixeca
al cel, enorme, l’embanyada testa
amb un gran gesto tràgic: parpelleja
damunt les mortes nines, i se’n torna
orfe de llum sota del sol que crema,
vacil·lant pels camins inoblidables,
brandant llànguidament la llarga cua.

     
La protagonista del poema és una vaca, i és cega. Tot el poema mostra un gran toc decadentista; la tristesa de la vaca en ser cega, i la tristesa que reflecteix el fet que la vaca sigui cega són els principals responsables del pessimisme i la tristor del poema. El poema té una certa semblança al de “Romança sens paraules”, ja que en tots dos el personatge femení va a beure -i beu- aigua d'una broll d'aigua, però d'una manera completament diferent. A ”Romança sens paraules”, la noia (humana) beu àvidament i amb moltes ganes, acompanyada dels seus germans riallers en un paratge bonic i acolorit on la felicitat predomina en tot moment, mentre que a “La vaca cega”, la femella (vaca) va avançant per un camí solitari, sense ningú a prop ni ningú que l'acompanyi, per arribar a un broll d'aigua i beure sense ganes, amb molta tristesa, i després tornar per on ha vingut acompanyada únicament pel seu sentiment de tristesa constant. Aquest poema té un aire completament pessimista i carregat de la tristesa que caracteritza el decadentisme, fa que el lector comparteixi la tristesa i senti llàstima per la vaca.

Tant el vitalisme com el decadentisme han sigut dos grans corrents que han transformat la literatura, i han triomfat en el Modernisme. Mereixen ser recordats i preservats.

Dedicat a David Prat, el meu professor de català a l'institut SES Manuel Carrasco i Formiguera, de Sant Feliu de Codines, que em va ensenyar aquets coneixements.
-Els drets dels poemes exposats en aquesta publicació pertanyen a Joan Maragall, el seu legítim autor.

Judit Perich