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El nostre desig és, per sobre de tot, fomentar el vostre interès per la literatura, ja que només la lectura ens transporta de manera duradora a altres espais, a altres universos; la lectura, com cap altra cosa, ens ensenya l’empatia i ens culturitza, ens fa enamorar-nos, plorar, riure i viure a dins del cap d’altres persones com res més ho aconsegueix.

Per tot això, us convidem a tots vosaltres a prendre amb nosaltres un cafè a la plaça.

Us esperem.

jueves, 20 de noviembre de 2014

La importancia de llamarse Grey



(Dado el inminente estreno de la película "Cincuenta sombras de Grey", remozo un antiguo artículo que escribí sobre el tema).

       Desde que Oscar Wilde escribió el Retrato de Dorian Gray hasta 2011, año en que conocimos a Christian Grey, es evidente que han pasado muchas cosas en el panorama literario. Parece presuntuoso tratar de hacer un análisis sobre ello, pero no iremos tan lejos; nos conformaremos con echar un vistazo a la Historia y quedarnos con lo que más nos guste.
       El siglo diecinueve fue un gran privilegiado en cuanto a literatura; sus afortunados habitantes convivieron con Dostoievski, Tolstoi, Marcel Proust, Chesterton, Doyle, las hermanas Bronte, Mary Shelley y un largo etcétera de genios que nos dejamos en el tintero. La mayoría de estos genios no eran precisamente ricos; el propio Oscar Wilde murió en la indigencia, así como suena. Y no fue el único.
       Pero, como tantas otras cosas, la literatura es hoy en día un negocio más. Las editoriales publican los libros de las celebrities que, potencialmente, más van a vender, de suerte que el día de Sant Jordi nos encontramos a Belén Esteban en el Passeig de Gràcia firmando ejemplares de su best-seller Ambiciones y reflexiones. Son muy pocos los escritores de verdad que logran pasar por ese tamiz tan apretado y colar sus obras maestras para que lleguen al gran público. Afortunadamente, todavía los hay y nosotros lo celebramos.
       En ese estado de cosas, no es de extrañar encontrar fabricantes de best-sellers. Como dice Jose Luis Corral, basta con utilizar las tres eses: Sangre, sudor y semen. Estos ingredientes garantizan el éxito de la mayoría de las obras. Y hay quien se ha aprendido muy bien esa lección; incluso que ha dado una vuelta más a la tuerca. Tal es el caso de la autora de Cincuenta sombras de Grey, que dio con la fórmula mágica de compaginar la manera de vivir de la mujer moderna y sus arcaicos instintos. La mujer de hoy en día tiene la obligación de ser independiente y demostrarlo a cada paso que da, sin un solo respiro. Quizás, sólo quizás, es por eso que le excita tanto la idea de dejarse caer y que sea otro quien tome las riendas, aunque sea tan solo por un breve espacio de tiempo o como divertimento. Ahí y en ninguna otra parte, creo yo, radica el éxito de Christian Grey; en la mujer que, harta de demostrar cosas, de subir más y más peldaños sin que casi nadie le reconozca nada, ansía abandonarse y dejar que sean otros los que tomen las decisiones, sublimando tal hecho en la cama, que suele ser el lugar donde, al final, nadie te tiene nada en cuenta. En esa comodidad neandertal reside, a mi modo de ver, el éxito sin precedentes de una novela que nadie parece querer admitir que ha leído pero que todos sabemos de qué va. A lo mejor es que, al final, sólo nos llega lo que nos es más cercano, lejos de aquellas grandes diatribas decimonónicas.
       Después de este baño de realidad,  lo mejor será quedarnos con una frase del gran Wilde: "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse".

                                                                                                              Gemma Minguillón

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