M'estimaràs fins que et moris?

Son muchas, muchísimas las historias de amor en la literatura. Más de las que pueden parecernos a primera vista, y es que rara es la novela que no contenga, al menos, un intenso romance. Thrillers, novelas de misterio o de cualquier otro género, suelen atrapar nuestra atención con un arrollador sentimiento nacido entre sus personajes. Y si no es así, suele ser una historia de amor, correspondida o no, la causa del desastre o la redención, según el caso.

      Muchas son las historias que nos vienen a la cabeza:  Los celebérrimos amantes de Teruél, cuya historia ha sido narrada por diferentes autores; Ana Karenina, de Tolstoi, uno de los mayores ejemplos, sin olvidar a La Dama de las Camelias u otros amores catastróficos. En lo platónico, el gran amor de Alonso Quijano, nuestro Quijote, hacia Dulcinea, un personaje inventado, manifestando así que amar no es siempre una consecuencia, sino a menudo una causa, una necesidad, algo que llevamos a cabo al margen del objeto amado. En esta linea, otro buen ejemplo sería la Muerte en Venecia, de Thomas Mann, donde el profesor Aschenbach se enamora no ya del joven Tadrio, sino de su belleza, bastándole algo tan intangible como eso para dar un paso más y conformarse con la contemplación, sin morbo ni mala intención alguna, de la preternatural hermosura del adolescente, comprendiendo sus límites y dejándose morir porque, desde el principio, entiende que ya no habrá nunca posibilidad de regresar a su antigua vida después de tal experiencia de los sentidos.

      Más hacia acá, tórridos romances como el de los chicos de la foto, Marius y Armand, en Las Crónicas Vampíricas de Anne Rice, acercándonos ya peligrosamente a otras historias infinitamente más pacatas y actuales, con tan solo algunas perlas destacables (quizá el amor entre Jack y Aliena, en Los Pilares de la Tierra, por poner un ejemplo). Y ahí os dejo a Roger Montpuig y Ventura Vila, en T'estimaré fins que em mori, a la derecha de vuestra pantalla y debajo del Rincón de Ilustradores, como historia de amor en primera persona que nos cuenta, una vez más que, aunque no nos lo creamos, una de las mejores cosas de esta vida es enamorarse, caerse con todo el equipo y quedarse mirando con cara de tonto todo cuanto nos rodea como si lo viésemos por primera vez.

      Quereros, hacedme caso. Leed sobre amores y enamoraros. El mundo es demasiado gris sin eso.

                                          Gemma Minguillón