Hay libros por todas partes: Libros gruesos, delgados, grandes y pequeños; libros rosa, negro o blanco, verdes o azules. Nos llaman la atención sus portadas, sus diseños de letra, lo que cada cuál elige para definir con una sola imagen lo que hay dentro, el universo que se encierra en sus páginas. Podría ser (debería ser) que al abrirlo saliera todo a la vez: Personas, paisajes, tempestades y días de sol. Llantos, risas, gemidos de placer, gritos. Y que, simplemente, cerrásemos los ojos y nos dejásemos invadir por todo ese cúmulo de sensaciones, que nuestra piel apenas sirviera de filtro, que todo fuese a parar directamente a la vena, y de esta al cerebro y a los sentidos.
He puesto mi primer libro en mi cuarto. He elegido para acompañarlo "La Divina Comedia", o "Commedia", como lo tituló Dante. Es un libro magnífico que todos deberíais leeros, si no lo habéis hecho ya (seguro que sí). Al otro lado, "San Manuel Bueno, mártir", porque es un libro dulce y sencillo, bello y cercano, que nos devuelve lo mejor del ser humano. Y junto a ellos, "El estudiante de Salamanca", ese poema de Espronceda tan parecido al gran Tenorio que cantaba a las virtuosas enamoradas decimonónicas y a los irresistibles gamberros que, invariablemente, las seducían y abandonaban, razón por la cuál ellas terminaban muriendo de pena en lugar de quedar con tres amigas e irse a ver las Sombras de Grey.
Entre todas esas maravillas (y algunas más) está ahora mismo mi "T'estimaré fins que em mori"; mi primogénito, que nos ha salido algo sietemesino, pero tan intenso, tan lleno de vida y con tantas ganas de pelear y vencer. Quiero compartirlo con vosotros; que lo leáis, que me digáis si os gusta o no, que colguéis aquí o en facebook vuestros comentarios. Que vengáis mañana a las siete y media a la biblioteca a vernos a Marc Serra y a mí, que os toméis una copa de cava con nosotros. Es un nacimiento importante, y no me importa quién es el padre: Yo soy la madre y aquí os lo presento. Un abrazo.
Gemma Minguillón
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