Encontró entre la sonrisa juvenil y los contoneos del andar, sutiles diferencias que le hicieron ver que, también en su caso, el devenir, el propio tránsito del transcurrir de la existencia, se hacía ante sus ojos, puro polvo de arenisca de roca desgastada, -la erosión no es sino el síntoma de la existencia ya transcurrida-, tal vez el final, tal vez nada.
En aquel momento se escurrió entre sus meninges la idea que tal vez en una media docena de veces entrevió entre brumas etílico-cannabicas y que jamás consideró posible, aunque fuese solo a partir de sus propios prejuicios, por motivos de no se sabe bien que represión interna.
¡Súbito el encuentro!, ella resultaba un Ser firme soportando el peso del saco de pienso para gatos, que sinó propio de un andrógino Goliath si que resultaba afín a un ser élfico establecido entre las raíces de un roble bicentenario en busca de nutrientes para él y sus queridos.
Un saludo, el beso ritual, el como estás, l'anar fent, -mi guitarra a cuestas en busca de la música, o del simple vacío que me proporciona el no pensar, el solo fluir, como la música misma comunica siendo sin ser-, la inevitable levedad que lleva a renunciar a la imprevisible posibilidad de manifestar simplemente AMOR, por favor, discúlpenme este pensamiento tan barroco que de algún sitio habrá salido, semejante concatenación de palabros y actitudes solo puede llevar a la conclusión de que soy estúpido, gilipollas vamos..., o enamorado de su viento cuando en un descuido se recompone la bufanda como descomponiendo los hilos que un día tejieron la realidad percibida, y la tarde se me hace lágrimas, el sudor hielo y el pensamiento consciente de las infinitas posibilidades que permitimos discurrir entre los dedos del instante.
La piel, su piel, galaxia y molécula, lugar donde se conjugan los verbos y las miradas respecto de lo expuesto y lo intuido, no hacía más que provocar, mediante un sutil mensaje compuesto de feromonas y quien sabe si de una sutil concatenación de los astros para aquel preciso segundo, su aura me subyugaba, aquel olor a Luna...
Aquellos ojos, tan repletos de fatiga como de existencia, iban reflejando la luz desde lo oscuro de su iris, tal vez alumbrando el siguiente paso, quien sabe si para evitar el siguiente percance o, tranquilamente, vadeando el río del fluir existencial con todo lo que traiga su caudal para esta vez.
Beni Asensio
No hay comentarios :
Publicar un comentario